Al hablar de la fundación de la Legión no se puede obviar el tiempo en el que se gesta, ni tampoco lo que ella aportó a la sociedad desde su puesta en marcha. Estamos en 1920; el general Villalba, cuyo paso por el ministerio de la Guerra fue efímero pero significativo, impulsó un acontecimiento que cambiaría el curso de la historia. No se trataba de una simple reforma militar, sino de una decisión trascendental y por poco anulada por la clase política debido al costo que iba a suponer. Hablamos, por supuesto, de la creación del Tercio de Extranjeros, una nueva unidad militar que se erigiría como un elemento clave para mantener los compromisos internacionales en África sin que una generación de jóvenes españoles marchase al frente a la fuerza.