La campaña de Quesada (1224) inició el avance cristiano hacia el alto y bajo Guadalquivir, que tenía como gran objetivo la toma de Sevilla, ciudad estratégica que, una vez en poder de Fernando III, se convertiría en la principal base naval castellanoleonesa en el sur de la península. De este modo, la ciudad andaluza se convirtió en una pieza clave en la política de expansión de los monarcas castellanoleoneses, que se desarrolló a lo largo del siglo XIII y cuyo fin último era controlar el estrecho y con ello dar el paso para la conquista del norte de África para la corona castellana.