Y llegó Juan Sebastián Elcano a Sanlúcar de Barrameda en 1521, habiendo dado la vuelta al mundo, embarcado en una nao destrozada, en una cáscara de nuez si lo comparamos con la actualidad. Primus circumdedisti me (fuiste el primero que la vuelta me diste), un lema que se ganó y bien merecido que lo tenía, pues completó, a sabiendas, una tremenda gesta repleta de osadía, fortuna y giros milagrosos, una hazaña sin parangón que llevó a diecinueve supervivientes, almas en pena que apenas se tenían en pie, a culminar una empresa increíble, con las consecuencias que aquello traería.