José Patiño y su labor al frente de la Armada
España siempre ha mirado hacia el mar. Cuando nuestros barcos pusieron rumbo hacia otras latitudes, España fue capaz de descubrir medio mundo y consolidar su hegemonía político-militar gracias, en buena medida, a las gestas protagonizadas por nuestros más insignes y afamados navegantes. Su esfuerzo y dedicación permitieron lo que en un principio parecía imposible: mantener abiertas las rutas comerciales que unían a España con las distintas posesiones de un imperio universal contando, para complicar aún más las cosas, con unos medios muy limitados.
La segunda guerra púnica. Roma contra Cartago en Hispania
Hace más de dos mil años, dos grandes potencias, Roma y Cartago, se enfrentaron en una lucha a muerte por conseguir la hegemonía en el Mediterráneo. Por la magnitud de recursos utilizados, así como por la variedad de los espacios geográficos en donde se luchó, las guerras púnicas pueden considerarse como las más importantes del mundo antiguo. Como comprenderá el lector, la península ibérica tuvo un papel protagonista.
El esplendor de la Hispania romana
Después del final de la primera guerra púnica, la península ibérica se convirtió en una verdadera colonia de explotación al servicio de Cartago y de la influyente familia norteafricana de los Bárcidas. Año tras año, los insaciables gobernadores cartagineses exprimieron los cotos mineros de Andalucía, convirtieron las fértiles tierras del valle del Guadalquivir en el granero de la metrópoli e hicieron de Cartago Nova la fastuosa capital púnica en territorio peninsular, una ciudad dinámica poblada de talleres donde se fabricaban pertrechos navales y armamento, y donde se fundían metales.
Jeremin Barbarroja. Muerte en el Mediterráneo
Durante la Edad Media, el Mediterráneo fue un mar que separaba dos mundos antagónicos. La cuenca sur estaba controlada por el islam, mientras que por el norte se extendían diversos reinos cristianos, herederos del imperio romano y de los pueblos bárbaros. En zonas orientales, el imperio bizantino sufrió durante estos siglos una lenta agonía, hasta terminar desapareciendo como consecuencia del irrefrenable avance musulmán. Por el contrario, en la costa occidental fueron los reinos cristianos españoles —sobre todo Castilla y, en menor medida, Aragón— los que avanzaron sin cesar hasta completar la reconquista en enero de 1492, ya en tiempos de los Reyes Católicos.
Don Álvaro de Bazán. Azote de corsarios
Don Álvaro de Bazán y Guzmán destacó por no conocer la derrota en el campo de batalla, pero también por el uso que hizo de los galeones de guerra, por utilizar la infantería de marina para realizar operaciones anfibias y por su papel desempañado a la hora de combatir contra los corsarios al servicio de los enemigos de España.
Nacido en Granada el 12 de diciembre de 1526, Álvaro de Bazán pertenecía al poderoso linaje navarro de los señores del valle del Baztán que, durante generaciones, había servido a los reyes de Navarra y de Castilla durante la Reconquista. Su abuelo sirvió a los Reyes Católicos, como Capitán General, durante la Guerra de Granada, mientras que su padre, Álvaro de Bazán «el Viejo» protagonizó la transición familiar de señor de mesnada a marino de guerra, al ser nombrado Capitán General de las Galeras de España y de la Costa de Granada, destacando por su importante victoria ante los franceses en la batalla naval de Muros.
Antonio Gaudí. Un genio con sentido de trascendencia
Para Gaudí, detrás de la inspiración del artista se encontraba Dios, quien se manifiesta en el hombre a través de esas formas perfectas de la naturaleza que él tratará de representar en sus obras, cargadas de misticismo y un aura espiritual que aún nos siguen sorprendiendo.
Sinibaldo de Mas, el padre del iberismo
Tras el final de la guerra de la Independencia y la pérdida de los territorios americanos, España se encontraba exhausta, mientras que Portugal quedaba reducida al papel de simple marioneta en manos del todopoderoso imperio británico. A partir de este momento, los exiliados liberales hispanoportugueses proponen la creación de una gran Iberia, pero en un contexto muy poco favorable, especialmente por el interés de Francia e Inglaterra por mantener separadas a ambas naciones y por la propia inestabilidad tanto de España como de Portugal. Es en este contexto cuando surge la figura cimera de Sinibaldo de Mas, aventurero, escritor, diplomático y viajero infatigable, considerado por muchos como el padre del iberismo actual.
La guerra corsaria y la patente de corso española
La monarquía española desarrolló, desde principios del siglo xviii, un corso extraordinario; eso sí, con unas características sensiblemente distintas a los de otros países europeos. Como los franceses, ingleses y holandeses, los corsarios españoles se ofrecieron voluntariamente a las autoridades para actuar en el mar contra los enemigos del reino amparados en una patente.
Blas de Lezo y Olavarrieta, el hombre que derrotó a Inglaterra
Después de la guerra de Sucesión, Inglaterra trató de apoderarse de unas tierras que durante siglos habían pertenecido a la monarquía hispánica. Esta es la historia de Blas de Lezo, uno de los más brillantes y audaces militares españoles cuyo heroísmo puso contra las cuerdas al poderoso imperio inglés.
Santiago Ramón y Cajal y el problema de España
En un ocasión, Pedro Laín Entralgo, médico, historiador y filósofo, director de la Real Academia Española entre 1982 y 1987, se refirió con el apelativo de «generación de sabios»a la generación científica española de la década de 1880, caracterizada por el despegue de nuestra ciencia hacia la producción propia y la internacionalidad. Entre los miembros de este selecto grupo tenemos a Marcelino Menéndez Pelayo, Francisco Mas y Magro, Jorge Francisco Tello Muñoz y, por encima de todos, a don Santiago Ramón y Cajal, una de las figuras cimeras en la historia de la ciencia española y un reconocido humanista dotado de una visión preclara sobre nuestra historia y los problemas a los que se debería enfrentar la nación, tanto en su época como en tiempos venideros.