Velázquez, pintor cortesano
La historia de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez es la historia de unas manos certeras al servicio de una retina prodigiosa y un cerebro privilegiado. Su obra atestigua una increíble capacidad de penetrar en la realidad y plasmarla óleo sobre lienzo, con una justeza de tono, color y dibujo y una facultad de síntesis que tuvo comienzo con su naturalismo tenebrista y que desembocó en unas formas casi carentes de materia, en figuras etéreas, y que sin embargo son, como dijo Antonio Palomino, «verdad, no pintura».