A finales del año 1937, el ejército franquista tenía ya controlada la práctica totalidad de la zona norte peninsular. Fruto de las campañas desarrolladas a lo largo del verano y el otoño, habían sido tomadas Vizcaya, Santander y Asturias. Ahora los planes de Franco eran dirigirse a Guadalajara, para desde allí lanzar el ataque definitivo sobre Madrid, dando así por finalizada la guerra.