Miguel Ángel López de la Asunción, autor de Los Últimos de Filipinas. Mito y realidad del sitio de Baler (Actas, 2016)
Pocas gestas militares son equiparables por su épica y dramatismo a la protagonizada por un pequeño contingente de 53 militares y tres frailes franciscanos españoles sitiados durante 337 jornadas en la localidad filipina de Baler. Desconocedores de los rápidos avances de la insurgencia filipina —algo a priori impensable para los que se protegieron en el interior de la iglesia de San Luis Obispo de Tolosa como dueños del archipiélago—, y del desarrollo de las operaciones estadounidenses para la toma de la isla de Luzón, los sitiados asumieron sin titubeo la defensa de la posición, plantando cara a un enemigo muy superior en número, al hambre, la desesperación, la enfermedad y la muerte. Aun siendo conscientes de las escasas posibilidades de recibir auxilio, los protagonistas de esta hazaña —conocidos en el imaginario popular como Los Últimos de Filipinas— consiguieron salvaguardar orgullosa la bandera española en lo alto del campanario entre el 30 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899.
El exiguo interés que suscitaba su gesta y el olvido en el que ha permanecido durante décadas ha llegado a convertirse en los últimos años, incluso, en un ataque frontal hacia aquellos que lo dieron todo —muchos de ellos inclusive su vida— en defensa de España y del cumplimiento del deber. Recientemente hemos asistido a la aparición de algún largometraje, novelita, documental o artículo presentando una tergiversación de los hechos históricos, lo que constituye cuando menos un insulto a la memoria de los que los protagonizaron. En la mayoría de los casos, suponemos que esta falta de veracidad y método se debe, primordialmente, a la carencia de interés por parte de sus autores en acercarse a las fuentes y conocer la verdadera gesta de Baler y a sus protagonistas. Porque, y esto es incuestionable, resulta imposible entender el significado del sitio de Baler sin conocer cuáles fueron las circunstancias que propiciaron su particularidad.
Únicamente después de conocidas y analizadas las causas y detalles del hecho histórico, estaremos en disposición de poder entender que nos encontramos esencialmente ante una empresa donde primó el factor humano. Quizás entonces, y por respeto, aquellos que desde su visión del siglo XXI se permiten elucubrar, inventar y afear el comportamiento de los héroes de Baler se planteen dejar de utilizar en beneficio propio el generoso sufrimiento de estos héroes de España.
Aunque se ha desacreditado mucho la actuación de los oficiales al mando —en especial la del segundo teniente Saturnino Martín Cerezo, al que se ha llegado a presentar como un obstinado, cuando no perturbado, que forzó a sus hombres a la hecatombe—, podemos calificar de encomiable la actuación ejemplar de los cuatro presentes en la defensa. Con recursos insuficientes, pocos efectivos y únicamente provistos de grandes dotes de mando, consiguieron la cohesión de un grupo de soldados que, aun en las peores condiciones y salvo contadas excepciones, siguieron al lado de sus superiores hasta donde se les requirió y las fuerzas les permitieron.
Fragmento del artículo publicado en el número 2 de la revista Laus Hispaniae. Si quieres leer el artículo completo, puedes comprar la revista a continuación.
Un comentario
Lamentablemente lo que hicieron fue luchar a favor del enemigo, el invasor anglosajón, contra nuestros primos culturales, los filipinos.