La Laus Hispaniae, alabanza a Hispania, es, en opinión mayoritaria de los especialistas, un prefacio a la obra de San Isidoro de Sevilla Historia Gothorum, obra del género historiográfico que narra la historia de los visigodos desde su origen, con sendos apéndices dedicados a los vándalos y a los suevos. Si bien no es novedoso este tipo de pieza literaria, sí que lo es su inclusión como prólogo de una obra más extensa. La obra está escrita en un exquisito latín clásico, con escasos rasgos del tardío, fruto de alto nivel de latín del autor y el interés de emular a los autores de la Antigüedad. Estamos ante la primera obra de historia nacional en la que los godos, ya establecidos como nación, sustituyen al Imperio romano como protagonistas de la historia de un territorio que ya va tomando cuerpo como entidad política diferenciada.
En homenaje a esta obra, que da nombre a nuestra revista, a su autor y, por supuesto, a la tierra la que va dirigida, queremos ofrecer hoy el texto íntegro a nuestros lectores:
De todas las tierras que hay desde el poniente hasta la India eres la más bella, oh, Hispania, sagrada y siempre feliz madre de príncipes y de pueblos. Con razón tú ahora eres de todas las provincias reina, de la que no solo el Occidente sino también el Oriente toma prestada tu luz. Tú, belleza y ornato del orbe, la más ilustre porción de la tierra, en la que la gloriosa fecundidad del pueblo godo disfruta mucho y abundantemente florece. Merecidamente la naturaleza, muy bondadosa, te ha enriquecido con abundancia de todos los seres vivos. Tú, abundante en aceitunas, caudalosa en uvas, fértil en mieses; te vistes de campos de cereales, te envuelves en la sombra de los olivos, te adornas con viñas. Tú, floreciente en tus campos, en tus montes frondosa, llena de peces en tus costas. A ti, situada en la región más agradable del mundo, ni te quema el ardor del veraniego sol ni te consume el frío glacial, sino que, rodeada por una zona templada del cielo, te nutren favorables céfiros. Pues todo lo que hay de fecundo en los campos, todo lo que hay de precioso en las minas, todo lo que hay de bello y útil en los animales tú lo produces. No tienes que ser pospuesta a aquellos ríos a los que hace famosos la ilustre fama de sus impresionantes rebaños. El Alfeo es inferior a ti en caballos, el Clitumno en vacadas, aunque el sagrado Alfeo ejercite por el campo de Pisa a las aladas cuadrigas para conseguir las palmas olímpicas y el Clitumno hace tiempo inmolara grandes novillos como víctimas capitolinas. Tú ni deseas, muy rica en pastos, los sotos de Etruria ni admiras, repleta de palmas, los bosques del Molorco ni por la carrera de tus caballos envidias a los carros de la Élide. Tú, rica en rebosantes ríos; tú, dorada por tus torrentes aurífluos. Tú tienes la fuente de la raza equina. Tú tienes vellones teñidos con púrpura indígena que brillan como la púrpura de Tiro. Tú tienes la piedra reluciente en la oscuridad del interior de los montes, que se ilumina con un brillo cercano al del vecino sol. Así pues, rica en pupilos, en piedras preciosas y en púrpura, igualmente fértil en gobernantes y en méritos del imperio, eres tan rica en adornar príncipes como feliz en engendrarlos. Así con razón ya hace tiempo que la dorada Roma, cabeza de los pueblos, te deseó y a pesar de que la misma virtud romúlea, primero vencedora, te desposó con sí misma, sin embargo, finalmente el floreciente pueblo de los godos, después de numerosas victorias en el orbe, con empeño te raptó y te amó, y hasta hoy disfruta de ti entre regias ínfulas y abundantes riquezas seguro de la prosperidad de su imperio.
Y a continuación, la versión original el latín:
Omnium terrarum, quaequae sunt ab occiduo usque ad Indos, pulcherrima es, o sacra semperque felix principum gentiumque mater Hispania. Iure tu nunc omnium regina provinciarum, a qua non occasus tantum, sed etiam oriens lumina mutuat. Tu decus atque ornamentum orbis, inlustrior portio terrae, in qua gaudet multum ac largiter floret Geticae gentis gloriosa fecunditas. Merito te omnium ubertate gignentium indulgentior natura ditauit. Tu bacis opima, uvis proflua, messibus laeta; segete vestiris, oleis inumbraris, vite praetexeris. Tu florulenta campis, montibus frondua, piscosa littoribus. Tu sub mundi plaga gratissima sita nec aestiuo solis ardore torreris, nec glaciali rigore tabescis, sed temperata caeli zona praecincta, zephyris felicibus enutriris. Quicquid enim arva fecundum, quicquid metalla pretiosum, quicquid animantia pulchrum et utile ferunt parturis nec illis amnibus posthabenda, quos clara speciosorum gregum fama nobilitat. Tibi cedet Alpheus equis, Clitumnus armentis, quamquam uolucres per spatia Pisaea quadrigas Olympicis sacer palmis Alfeus exerceat et ingentes Clitumnus iuuencos Capitolinis olim immolaverit uictimis. Tu nec Etruriae saltus uberior pabulorum requiris nec lucos Molorchi palmarum plena miraris nec equorum cursu tuorum Eleis curribus inuidebis. Tu superfusis fecunda fluminibus, tu aurifluis fulua torrentibus; tibi fons equi genitor, tibi uellera indigenis fucata conchyliis ad rubores Tyrios inardescunt, tibi fulgurans inter obscura penitorum montium lapis iubare contiguo uicini solis accenditur. Alumnis igitur et gemmis dives et purpuris rectoribusque pariter et dotibus imperiorum fertilis sic opulenta es principibus ornandis ut beata pariendis. Iure itaque te iam pridem aurea Roma caput gentium concupiuit et, licet te sibimet eadem Romulea uirtus primum uictrix desponderit, denuo tamen Gothorum florentissima gens post multiplices in orbe uictorias certatim rapuit et amauit fruiturque hactenus inter regias infulas et opes largas imperii felicitate secura.
4 comentarios
Este texto debería estar en una placa de mármol negro y letras de oro en la puerta del Congreso.
Usted cree que se este hermoso texto merece ver lo que pasa por allí
Cree que alguno de esos elementos está a la altura de esa declaración de amor a la Patria
Los capullos no están a la altura del amor. Sólo del deshonor.
EXACTO.
Aunque San Isidoro, no llegó a ver los TRAIDORES que también produce nuestra SAGRADA ESPAÑA, desde el «noble» godo que abrió la puerta de la península a los árabes, hasta Largo Caballero, Juan Negrín, etc, pasando por los DÓS REYES de España MÁS TRAIDORES que haya parido patria alguna: Carlos IV y FERNÁNDO VII.