LAS GUERRAS PÚNICAS EN HISPANIA II: ROMA SE TIÑE DE SANGRE

Entre los años 214 y 212 a.C. no se produjeron acontecimientos destacados en la península Ibérica. Tan solo podemos destacar el paso al bando romano de algunos enclaves importantes como Cástulo, Iliturgi y Munda, fundamentales por ser unos centros donde los cartagineses habían extraído plata para financiar la guerra y pagar a los mercenarios celtíberos que nutrían sus ejércitos. Fue precisamente Iliturgi el lugar en el que se produjo el enfrentamiento más destacado de estos años en Hispania, donde las tropas de Magón compuestas, tal vez exageradamente, por 70.000 hombres (eso dicen las fuentes) fueron rechazadas por un ejército romano que no debía de sobrepasar los 16.000 efectivos.

Por estas mismas fechas se produjo la toma de la la ciudad de Sagunto, aquella cuya conquista por parte de Aníbal había provocado el inicio de las hostilidades. Este fue otro gran éxito para los romanos, entre otras cosas porque se convirtió en la principal base de operaciones de los Escipiones, y cuya importancia será fundamental para planificar las nuevas operaciones en el sur de España.  

El año 211,  Asdrúbal pudo regresar a la Península después de resolver todos los problemas en el norte de África. Una vez allí inició una fuerte ofensiva para recuperar los territorios que habían pasado a manos de los romanos durante su larga ausencia. Al mismo tiempo, los dos Escipiones se pusieron nuevamente en movimiento, aprovechando que el ejército cartaginés se encontraba dividido para tratar de quebrar la resistencia de estos estratégicos enclaves mineros situados en la zona de Sierra Morena. Publio Cornelio Escipión asumió la responsabilidad de dirigir a las dos terceras partes del ejército para atacar contundentemente a los contingentes dirigidos por Magón y por Asdrúbal Giscón, mientras que Cneo, con el tercio restante y apoyado por los mercenarios celtíberos, marchó contra Asdrúbal.

Nuevamente las armas romanas trataron de imponer su ley en el campo de batalla. Cneo tomó la iniciativa del enfrentamiento al colocar a su ejército cerca del campamento de Asdrúbal, situado en la localidad de Amtorgis. La presencia de los celtíberos fue suficiente argumento para sumir al ejército cartaginés en la desesperación, pero en ese momento Asdrúbal supo ganarse la confianza de los mercenarios, consiguiendo que se retirasen para dejar al romano en una preocupante inferioridad numérica, por lo que no tuvo más remedio que recular e intentar, a la desesperada, hacerse fuerte en una posición defensiva.

Al mismo tiempo, Publio a duras penas podía mantener sus posiciones en la zona de Cástulo, especialmente cuando los númidas de Masinisa llegaron en apoyo de los cartagineses. El general romano ya era consciente de la delicada situación de su hermano, pero las malas noticias no llegaban solas porque sus servicios de información ya le habían anunciado la llegada de un nuevo contingente formado por 7.500 suessetanos al mando de Indíbil, para reforzar a las tropas de Cartago. Publio, que tan prudente se había mostrado en sus enfrentamientos contra Aníbal en Italia, no pudo encontrar mejor solución que atacar a sus enemigos antes de que estos pudiesen concentrar todas sus tropas y dar el golpe definitivo sobre los Escipiones. Rápidamente, inició la marcha contra los hombres de Indíbil, los cuales no pudieron resistir al no tener información sobre la proximidad del romano, pero esta ventaja inicial de Publio se esfumó de inmediato cuando cayó sobre sus flancos la poderosa caballería númida dirigida por Hannón, mientras que Asdrúbal Giscón atacó sobre su retaguardia. La masacre del ejército romano fue total, pocos pudieron salvarse de la ira de los cartagineses, que vieron recompensado su empeño al ver morir al gran Publio atravesado por una lanza púnica.

La unión de todos los ejércitos púnicos, terminó por estrechar el cerco de Cneo. Posiblemente, el comandante romano sabía que poco o nada podía hacer para salvar a su ejército, tan sólo rezar a unos dioses que parecían haberse puesto en contra de los intereses de la República. Tal vez, una retirada a tiempo junto a su hermano Publio, habría logrado salvar la situación a la espera de un momento más adecuado para reemprender la lucha contra los africanos, pero ahora todo estaba perdido. No quedaba otra salida más que luchar con honor, y eso es precisamente lo que hizo, al tomar una posición defensiva, en lo alto de una colina pedregosa y árida situada, al parecer, cerca de la actual ciudad de Lorca. El ataque cartaginés quebró de inmediato la resistencia de los hombres de Cneo muchos de los cuales huyeron para buscar refugio en el campamento de Tiberio Fonteyo, mientras que Escipión, el antes orgulloso Escipión, se sumaba a la lista de generales romanos caídos en la guerra contra Aníbal y la intratable Cartago.

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