El 31 de marzo de 2004 fueron asesinados cuatro contratistas estadounidenses en una emboscada en Faluya, desencadenando una serie de reacciones en el ejército de los Estados Unidos, que llevaron a la captura del lugarteniente de Muqtada al-Sadr Mustafa Al-Yaqubi en la madrugada del 2 de abril por fuerzas especiales de dicho país. El arresto junto con el cierre de al-Hawza, un periódico de Sadr, la semana anterior, desencadenó el domingo 4 una serie de incendiarias declaraciones de al-Sadr: «Os pido que no os empleéis en manifestaciones porque son una baza inútil y debemos buscar otras vías» dijo.
Sobre las 11:50 de la mañana se oyeron los primeros disparos en la ciudad de Nayaf. La policía iraquí que fue enviada para controlar la creciente manifestación en la ciudad fue recibida a tiros y obligada a refugiarse en la base española Al Ándalus. Pronto la situación se escapó de control y la base comenzó a ser atacada con fuego de fusilería y RPG. Tiradores de la milicia empezaron a disparar a discreción desde el cercano hospital de la ciudad y un francotirador iraquí alcanzó mortalmente al capitán estadounidense Matthew Eddy, que se encontraba en la azotea de la base. Desde ese momento las milicias iraquíes trataron abiertamente de tomar la base Al Ándalus.
Se desplegaron, entonces, varios BMR cuyas ametralladoras de 12,70 mm presentaron problemas de fiabilidad. Ante esta situación tan comprometida, los francotiradores del M.O.E. español tomaron posiciones y empezaron a seleccionar blancos. Estos últimos observaron a través de sus miras cómo los insurgentes utilizaban niños para acarrear munición para los asaltantes, teniéndolos en varias ocasiones en punto de mira, por lo que los españoles decidieron no abrir fuego contra ellos. Fue entonces cuando se produce un momento crítico en la batalla; tropas salvadoreñas, que regresaban de realizar ejercicios de instrucción al ejército iraquí, se vieron obligadas a refugiarse en la comisaría local y la cárcel, a la espera de rescate. Lograron avisar por radio al mando de la base de que se encuentran atrapados. Al mismo tiempo, los blindados españoles BMR que seguían defendiendo el perímetro de la base, tuvieron que emplearse a fondo para evitar que el enemigo entrara en el recinto. Sin embargo, los constantes problemas de estos vehículos con sus ametralladoras obligaron a su tripulación a enfrentarse al enemigo desde las escotillas de los blindados.
Con el ataque generalizado en todo el perímetro de la base y recibiendo fuego de mortero, se ordenó a los VEC españoles reforzar la entrada principal. Mediante el cañón de 25 mm se abatió a los atacantes que intentaron ocultarse tras vehículos o muros de ladrillos. Los francotiradores del M.O.E. localizaron al francotirador insurgente que abatió al capitán estadounidense y utilizando un rifle Barrett de 12,7 lograron eliminarlo. Desgraciadamente, lo peor aún estaba por llegar, sobre todo para las tropas salvadoreñas.
Una furgoneta intentó entrar a la base Al-Ándaluis, siendo inmediatamente destruida por el fuego de los VEC. Esto hizo disminuir la intensidad de los ataques por lo que el ataque fue repelido completamente y a medida que la situación se normalizaba, los españoles se apresuraron a organizar una partida de rescate de los soldados salvadoreños sitiados en la cárcel. Algunos soldados salvadoreños habían logrado salir a pie de la base sin esperar instrucciones, pero, antes de llegar a la comisaría y la cárcel, donde seguían combatiendo sus compañeros, fueron detenidos, rodeados e inmovilizados, por lo que se vieron obligados a combatir cuerpo a cuerpo. En la acción destacó el cabo Toloza, al matar a 8 enemigos con su cuchillo. Durante el combate murió el soldado Natividad Méndez, al fallar su M-16 y no disponer de bayoneta durante un combate cuerpo a cuerpo.
En la base Al Ándalus, el entonces coronel español Alberto Asarta, al percatarse de la crítica situación de los salvadoreños envió a toda prisa una sección al mando del alférez Guisado. Éste guio a las tropas de rescate, pero antes de llegar a su destino fueron detenidos por un intenso fuego insurgente desde las azoteas y ventanas de las calles que tenían que cruzar iniciándose una pelea, a cara de perro, en la que escasas tropas españolas (unos 50 hombres en total) se tuvieron que defender, como gato panza arriba, ante el ataque de unos 2000 hombres del ejército de Al-Mahdi que, al final, tuvieron que retirarse. Minutos más tarde una sección de BMRs españoles salió en apoyo de las tropas salvadoreñas que se encontraban ya bloqueadas en las calles, eliminando amenazas y dándoles cobertura en los cruces y esquinas.
La sección de BMRs realizó dos viajes a través de Nayaf. El primero fue para evacuar al muerto y a dos heridos graves de la cárcel y el segundo para formar un convoy y dar protección a los vehículos de este. El coronel Asarta, el alférez Guisado y el sargento Vergara recibieron por esta acción sendas Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo.
Un comentario
Grandes españoles y salvadoreños, juntos. En el artículo, si no recuerdo mal, faltaría decir que había soldados salvadoreños en nuestro ejército. Sólo tengo la duda de si todos los salvadoreños estaban integrados, o estaban allí bajo su bandera y salvadoreños «nuestros» pidieron ayudar a sus/nuestros compatriotas «sí o sí». Con esto podría salir una película estilo «Black Hawk derribado» muy buena, si hiciésemos proselitismo de nosotros mismos, y tal vez con parte de financiación/colaboración de Hollywood y la USArmy, para que la película fuese realmente realista, en los escenarios reales (a ser posible). La base sigue existiendo, creo, con otro nombre toda vez desmantelamos nuestras estructuras al abandonar Irak. Otro tema es la cuestión de las ametralladoras de 12,70 milímetros, sus fallos y los porqués. También tengo la duda del grado de colaboración estadounidense en la operación (o no), y sus motivos tanto en uno como en otro sentido, en su caso.