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LA BATALLA DE LA ROCHELLE. EL NACIMIENTO DE LA FLOTA CASTELLANA

Augusto Rodríguez de la Rúa.

Al amanecer del día 22 de junio de 1372, una flota castellana, al mando del almirante genovés Ambrosio Boccanegra, ponía proa hacia el puerto de La Rochelle, donde le esperaba la flota inglesa enviada para proteger la ciudad, que se encontraba en poder de los ingleses y sitiada por el ejército francés. Los marinos ingleses esperaban a los castellanos, seguros de la victoria. La batalla que se libró aquel día fue decisiva para el dominio marítimo del Atlántico durante los siguientes trescientos años. Pero ¿por qué atacaba Castilla una ciudad francesa en poder de los ingleses? ¿Por qué estaba un genovés al mando de la flota castellana?

Para comprender la situación debemos conocer debidamente el contexto histórico. Nos encontramos en el último tercio del s. XIV. Tras unos pocos años de paz, Francia e Inglaterra reanudan una guerra que parece interminable, la conocida como Guerra de los Cien Años. Es obvio que ambos reinos no eran los mismos que los países que hoy conocemos. El conflicto se había desatado en la primavera de 1337, causado por numerosas razones, como la ayuda prestada por Felipe VI de Francia al pretendiente del trono de Escocia, Robert Bruce, el auténtico Braveheart, en su guerra contra los ingleses; o las pretensiones de Eduardo III de Inglaterra al trono francés, puesto que era hijo de Isabel de Francia, llamada La Loba de Francia, hija de Felipe IV el Hermoso, el poderoso rey francés que, entre otras cosas, había acabado con la otrora poderosa Orden del Temple.

Durante la primera fase de la guerra, los ingleses habían llevado la iniciativa y habían conseguido infligir duras derrotas a los franceses, como en Crécy y Poitiers, donde el arco largo inglés había destrozado a la caballería pesada francesa. En esta última batalla, además, los ingleses habían capturado al rey francés, Juan II el Bueno. La consecuencia fue que el delfín de Francia y regente del reino, su hijo Carlos, se vio obligado a firmar con los ingleses el Tratado de Brétigny el 8 de mayo de 1360, ratificado en Calais el 24 de octubre del mismo año. Así, Francia recuperaba a su rey Juan a cambio de un enorme rescate y lograba que Eduardo III renunciase a sus derechos al trono francés, pero a cambio cedía amplios territorios entre el río Loira y los Pirineos, así como la región de Calais. Sin embargo, Juan II no fue capaz de pagar todo el rescate, por lo que, en un gesto digno de una novela de caballería, se entregó a los ingleses y falleció en cautividad en Londres el 8 de abril de 1364. El delfín se convertía así en Carlos V de Francia.

 

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