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Imagen: Pablo Outeiral

LA BATALLA DE FRANCAVILLA. UNA NUEVA GESTA DE LAS ARMAS ESPAÑOLAS

(Fragmento del artículo publicado en Laus Hispaniae 0 que puedes descargar, de forma gratuita, en este enlace: http://laushispaniae.es/producto/noviembre-2020-n-00/)

 

Desde el inicio de su reinado, Felipe V dejó clara su intención de no someterse a la voluntad de los reinos europeos que, a principios del siglo XVIII, parecían haberse puesto de acuerdo para mantener a España en una posición marginal después de la firma del Tratado de Utrecht en el año 1713. La pérdida de poder en el contexto internacional permitió, por otra parte, liberar a la monarquía de la pesada carga que había supuesto el mantenimiento de las numerosas posesiones europeas en los siglos XVI y XVII, por lo que los primeros borbones concentraron sus energías en mejorar la situación interior del reino. En cuanto a la política exterior, uno de los principales objetivos de la monarquía era defender los intereses españoles en Italia, algo imprescindible si se quería recuperar el prestigio a nivel internacional y devolver el reino al lugar al que, por la grandeza de su pasado, le correspondía…

…El 20 de junio de 1720 los españoles, protegidos por el río San Paolo, se desplegaron por el pueblo de Francavilla y el convento de los capuchinos, eje de la posición, donde situaron sus escasas fuerzas artilleras. Por su parte, los austríacos se situaron al norte de las tropas borbónicas y formaron sus regimientos de infantería en tres columnas de fuerzas más o menos equivalentes. La primera, al mando de Wallis, atacó la posición española en Francavilla, pero debido a la férrea resistencia de los defensores, los imperiales fueros rechazados. La segunda columna cargó contra el monte de los capuchinos, pero, de nuevo, las líneas españolas lograron sobrevivir a la embestida, mientras que la tercera atacó el flanco izquierdo, siendo finalmente vencida, no sin antes sufrir terribles bajas. Por la tarde, el ataque imperial continuó con mayor intensidad, pero el imprevisto contraataque español obligó a los austríacos a retirarse tras sufrir seis mil nuevas bajas. 

Después de su victoria, los españoles volvieron a verse aislados, sin capacidad para reponer sus bajas ni conseguir materiales y víveres necesarios con los que continuar la campaña. Frente a ellos, las tropas de Mercy volvían a entrar en contacto con los barcos de Byng, que inmediatamente les suministraron todo lo necesario, incluidas nuevas piezas de artillería y tropas de refuerzo. Tras reemplazar sus bajas, los imperiales marcharon hacia Mesina, protegida por una pequeña guarnición española que logrará resistir, de forma heroica, desde el 8 de agosto hasta el 19 de octubre. Durante estos dos meses, los españoles infligieron unas cinco mil bajas a los austríacos.

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