En las presentes líneas nos proponemos demostrar que esa fórmula auto-exculpatoria se fundamenta en falsedades o hechos sacados de contexto, resultando injusta y simplificadora, al tiempo que constituye un pensamiento circular cómodo para las elites locales, que así se libran de su propia responsabilidad. Dicha estrategia provoca asimismo un efecto secundario: borrar cualquier rastro de memoria colectiva que pudiera recordar que, antes de la independencia, existió un modelo político, económico y cultural que funcionaba, un caso de éxito y referencia potencial incluso para otras partes del planeta, que sin embargo ha sido menospreciado sin grandes matices. De ahí que el modelo que se plantearon, en un principio, tanto José de San Martín como Simón Bolívar fuera mantener los virreinatos (que funcionaban de facto con gran autonomía) o, en su caso, lograr una América hispana unida que pudiera competir con la amenaza del norte y el gran Brasil. ¿Por qué no se logró? Lo cierto es que la guerra de la independencia llevó a la multiplicación de clanes y fronteras, mientras Estados Unidos y Brasil aprovecharon la ocasión para incrementar su respectivo territorio, en el caso del norte a través de una guerra muy cruenta con el ya independiente México.
Paradójicamente se pasó directamente del potencial paraíso pre-hispánico a las nuevas naciones formalmente independientes, aunque en realidad fueran dominadas por las minorías criollas. Entre medio, «necesariamente» sólo podía haber oscurantismo, medievalismo, crueldad, corrupción e ineficacia. Pero tal vez al final de este artículo algunos se atrevan a preguntarse cuál es la razón de este engaño o «cortina de humo» mantenida a lo largo del tiempo. Ahí va una pista: el apelativo «latinoamericano» no procede de una intención meditada de enlazar con el Imperio romano y de su lengua latín, sino de una operación medida y orquestada por Francia a partir de su intervención directa en México a través del «emperador» Maximiliano. La prueba de que se trató de una mera estrategia de geopolítica oportunista es que el cambio de denominación no llegó nunca a asumir en justa reciprocidad la parte de culpa de esas otras potencias latinas, como Francia e Italia, en el presunto e inveterado atraso de esta parte del mundo. De hecho, en la actualidad el país más pobre de «Latinoamérica» es Haití, de herencia francesa, pero nadie saca la fácil conclusión que de este hecho en otro caso se haría. En este artículo nos referiremos a la América hispana o al «mundo hispano» como el conjunto de países de lengua española que en su día formaron parte de la Corona hispana.
(Fragmento del artículo publicado en el especial Descubrimiento de América. Para leer completo, pinchar a continuación):