El legado de España en África

Miguel Ángel Ferreiro

África, continente vecino y del que forma parte España, sí; y no solamente territorialmente con Ceuta, Melilla, Vélez de la Gomera, Alhucemas y el resto de islas y peñones, también es parte de nuestra historia, mucho más de lo que creemos.

Se presupone que, gracias al cabotaje por el norte de África, los fenicios pudieron llegar a nuestra península y traer lo oriental, que a su vez se fue mezclando con lo africano (egipcio, mauritano o numidio) y con lo griego. Gadir y Cartago serían sus máximos exponentes civilizadores, localizadas en España y Túnez respectivamente. 

Roma comprendió la estrecha relación de los pueblos de una y otra orilla y los agrupó en un único ente político: la Diócesis de Hispania, algo que también realizarían desde Bizancio cuando trataron de recuperar el occidente perdido en su «exarcado de África».

Los visigodos, esa rama del pueblo godo llegada del norte, establecieron una clase guerrera que controló Hispania hasta expulsar al resto de clanes bárbaros, incluso pretendió realizar campañas para recuperar Ceuta. Se cree que el rey Sisebuto (612-621) pudo haberla conquistado junto a Tánger y otras poblaciones africanas.

A través del estrecho llegaron también los ejércitos Omeyas y, siglos después, el Califato de Córdoba controlaba a modo de protectorado gran parte del Magreb y sus rutas comerciales, que llegaban hasta Mali. Y cuando cayó el Califato fueron los imperios surgidos en las zonas saharianas los que trataron de controlar la península… y estas historias son solamente el principio. 

Esto es el africanismo, el dar a conocer las relaciones históricas entre España y África, las conexiones y las narraciones. El pensar como pensó Pedro Antonio de Alarcón, convencido de que la grandeza nacional estaba en la senda africana, donde batalló Aníbal junto a sus tropas íberas, donde nació san Agustín, donde vencieron Pedro Navarro y don Juan de Austria, donde brilló Orán y existió la floreciente Guinea española. 

Sin duda, lo que dejamos en África es mucho más que la historia de un pueblo o de una identidad; es la historia de un territorio, España, que fue el nexo entre Oriente, el norte de Europa y África, y que luego lo unió con América del Sur, más al occidente, más allá, plus ultra. Y esto no es nada fácil de contar, pero de eso trata mi libro La Segunda Columna, porque desde el mito, África forma parte de España, y viceversa. Después de todo, está a catorce kilómetros de distancia y hasta hace poco el mar no era una frontera, era un camino.

Como aperitivo, os dejo una serie de curiosidades que os dejarán con buen sabor de boca y, espero, con ganas de saber más acerca de esa historia común.

 

(Fragmento del artículo publicado en el número 12 de nuestra revista. Para leer más, haz click a continuación).

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