DAOIZ Y VELARDE. MÁRTIRES DE LA LIBERTAD

Juan Pablo Perabá

Director de Laus Hispaniae

Los acontecimientos del dos de mayo de 1808 en Madrid representan como pocas veces el espíritu de resistencia de un pueblo que, abandonado por sus dirigentes en una actitud indigna e incomprensible, no se resigna a perder su libertad y su independencia, amenazadas por una potencia extranjera dispuesta a invadir su territorio y a imponer un soberano ilegítimo. El pueblo, de manera autónoma y contra la orden oficial, tomó las calles sin apoyo militar exceptuando contadas excepciones, entre las que figuran dos capitanes, Luis Daoiz y Pedro Velarde, que resistieron hasta la muerte al todopoderoso ejército del emperador de Francia…

… Una vez logrado el mando en plaza, los dos capitanes tuvieron alguna discrepancia en cuanto a la forma de proseguir la operación. Arango le hizo entrega a Daoiz de la orden de no agresión contra los franceses; tuvo ciertas dudas sobre si obedecer esa orden oficial o seguir a su compañero en la lucha. Consideraba que era el capitán con más antigüedad y el que ostentaba el mando de Monteleón. Finalmente, sin embargo, en un momento dado se plantó y, elevando la vista, desenvainó el sable y, rompiendo la orden que llevaba en la mano, espetó con decisión: “¡Abrid las puertas, las armas al pueblo!”.

Solo disponían de una fuerza de ciento veinte paisanos y escasos efectivos militares, además de siete cañones y dieciséis artilleros. La toma de Monteleón permitió dotar de armas al pueblo, para así intentar hacer frente dentro de lo posible al ejército francés. Pero la posición tenía muy difícil defensa: desde tres calles el acceso al portón era prácticamente franco, no era defendible, pues el edificio no había sido diseñado para el combate. Las tropas de Napoleón habían tomado ya todo el centro de la capital y se disponían a atacar el Parque de Artillería. Una compañía francesa, originaria de Westfalia, al mando del general Lefranc, alcanzó el enclave. Daoiz, que había colocado una batería de cuatro cañones frente al portón, tras dejar que los franceses, confiados, se acercaran, dio la orden de fuego. Un infierno de estruendo, humo y metralla arrolló al enemigo, haciéndole retroceder, víctima al mismo tiempo del fuego que los vecinos abrían desde los edificios cercanos. Los portones cayeron sobre los franceses, que emprendieron la huida. Pero la victoria sería engañosa y fugaz. 

El enemigo volvió a la carga. Daoiz ordenó sacar tres cañones fuera del parque. Los franceses abrieron fuego sin misericordia, persiguiendo acabar con los que manejaban los cañones y que agotaran la munición. El teniente Ruiz fue herido en un brazo, pero, tras ser curado rápidamente, se reincorporó al combate. 

(Fragmento del artículo publicado en el Especial guerra de Independencia. Puedes leerlo completo, y muchas cosas más, pinchando a continuación).

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Un comentario

  1. Me encanta que oficiosamente se le llame así, Daoiz y Velarde, a los leones del congreso… Tal vez pudiera hacerse oficial, con una sencilla placa. ¿Tienen un monumento/grupo escultórico digno en Madrid? Saludos.

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