CLAVIJO. UNA BATALLA "MILAGROSA"

Fragmento del libro Eso no estaba en mi libro de Historia de la Edad Media, de Javier Martínez-Pinna, publicado por la Editorial Almuzara en 2019.

Las grandes batallas de tiempos medievales, en las que casi siempre destaca la figura de un rey que intenta obtener prestigio y la categoría de héroe, estaban cargadas de un enorme componente ideológico y religioso, especialmente en lugares como la península ibérica, donde el conflicto entre el cristianismo y el islam se prolongó durante casi ochocientos años. En este contexto, no era extraña la creencia en la intervención de la divinidad; tanto el Dios cristiano como Alá se convirtieron en árbitros que entregaban la victoria a los más justos y por eso, para ganarse su favor, los ejércitos acudían a la batalla portando como estandartes todo tipo de objetos sagrados y reliquias. En España, una de estas primeras actuaciones milagrosas se produce en la batalla de Covadonga, pocos años después de la conquista árabe del 711…

… Las dificultades por las que pasaba Al Ándalus fueron aprovechadas por el yerno de Pelayo, Alfonso I (739-757), para efectuar una serie de campañas hacia el sur e incorporar el territorio gallego al emergente reino asturiano, el cual alcanza su plena definición con Alfonso II (791-842), al dotarse de una estructura estatal más compacta y unas fronteras más definidas. Con este rey se impone el fuero juzgo como ley del reino y se adopta la ortodoxia religiosa a través de Beato de Liébana, frente a la herejía adopcionista defendida por Elipando, arzobispo de Toledo. Desde el punto de vista ideológico se desarrolla el neogoticismo, que establece los derechos de los reyes asturianos al considerarse herederos de los monarcas visigodos. Durante este convulso periodo de tiempo, en el que vemos nacer los primeros núcleos de resistencia cristianos, se producen nuevos enfrentamientos con las tropas andalusíes, algunos totalmente identificados, y otros puramente legendarios como es el caso de la batalla de Clavijo que se habría producido durante el reinado de Ramiro I (842-850).

Según cuentan las tradiciones, el rey asturiano se negó a pagar el tributo de las cien doncellas al emir cordobés, y la respuesta árabe no se hizo esperar. Tras asolar las tierras asturianas, el ejército musulmán capitaneado por Abderramán II marchó hacia Albelda donde se enfrentó al pequeño contingente astur, que nada pudo hacer por evitar la derrota. Ante esta situación tan complicada los cristianos se vieron obligados a hacerse fuertes en el monte Laturce, llamado también de Clavijo. Allí volvió a obrarse el milagro. Según la crónica del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, escrita a mediados del siglo XIII, Ramiro I tuvo un sueño en el que aparecía el apóstol Santiago asegurando su presencia en la batalla al frente de las huestes cristianas. Al día siguiente el rey marchó al frente de su ejército contra las tropas de Abderramán II (al parecer acompañado por el apóstol que montaba en un precioso corcel blanco) para conseguir una victoria en la que fue una de las batallas más recordadas de la Reconquista, a pesar, eso sí, de ser un episodio legendario que no puede ser planteado como real por ningún historiador serio. Los estudios arqueológicos han permitido, en cambio, corroborar historiográficamente la existencia de otra batalla en Albelda, esta durante el reinado de Ordoño I hacia el 860, que habría servido de inspiración para dar forma a la leyenda…

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