En Bailén, entre los días 18 y 22 de julio de 1808, el ejército de Andalucía, al mando del general Castaños, se enfrentó a otro francés que comandaba el General Pierre-Antoine Dupont de l’Étang. La victoria española, entre un mar de olivos, sobre el ejército de Napoleón, resonó en todo el mundo. Como tantas otras veces, la propaganda de otros países se ha encargado de minimizar los efectos de este episodio histórico.
El 28 de octubre de 1807, España firmaba, a instancias del valido Manuel Godoy, el Tratado de Fontainebleau con Francia, por el que, tras declarar España la guerra a Portugal, las tropas francesas y españolas invadirían territorio portugués para acabar con su alianza con Gran Bretaña. Pocos días más tarde, dos ejércitos españoles invadían Portugal. En el norte, las tropas españolas conquistaron Oporto en pocos días, partiendo desde Valença do Minho, mientras en el sur llegaban hasta Setúbal desde Badajoz. El ejército francés de Junot, que había entrado en España por el Bidasoa el 18 de octubre (antes de la firma del Tratado), entraba en Lisboa el 30 de noviembre. Pocos días antes, la familia real portuguesa había zarpado hacia Brasil, donde se estableció la corte en el exilio.
Los franceses no se contentaron con atravesar España para reforzar sus ejércitos en Portugal, sino que se apoderaron de varias ciudades españolas: Barcelona, Pamplona, San Sebastián, Burgos, Salamanca… La hostilidad de la población aumentó hacia aquellas tropas que, bajo el pretexto de dirigirse a Portugal, ocupaban todo lugar al que llegaban y controlaban las comunicaciones entre Madrid y el resto del país. El número de soldados franceses en España llegó a los 65.000. Godoy, el hombre que había propiciado la ocupación, comenzó a temer lo peor; en marzo de 1808 planeó la huida de la familia real hacia Cádiz para, desde allí, partir hacia América, igual que había hecho anteriormente la familia real portuguesa.
Frente a las pretensiones del incompetente Godoy sucedió algo totalmente inesperado. El pueblo español estaba a punto de rebelarse. El 17 de marzo estalló el Motín de Aranjuez. Una multitud, entre la que se encontraban partidarios del príncipe Fernando, asaltó el palacio en el que se alojaba Godoy. Se había propagado el rumor del viaje de la familia real hacia América, y el amotinamiento buscaba la destitución del valido, la abdicación del rey Carlos IV y la subida al trono de Fernando como Fernando VII, cosa que sucedió el día 19.
Sin embargo, el Mariscal Joachim Murat, estacionado con su ejército en el norte de España, al conocer los sucesos de Aranjuez, avanzó hacia Madrid, donde entró el 23 de marzo. Napoleón hizo trasladar a la familia real a Bayona con la intención de conseguir la abdicación de Fernando VII y la coronación de su hermano José como Rey de España.
Fernando VII llegó a Bayona el 20 de abril, y sus padres el 30. A pesar de que las llamadas Abdicaciones de Bayona, que concedían a José Bonaparte la corona de España con el nombre de José I, se firmaron el 7 de mayo, el que los franceses se llevasen a la familia real a Francia fue demasiado para el pueblo español. Madrid se rebeló contra los invasores el 2 de mayo, acto que, como todos conocemos, tuvo sangrientas represalias.
Pero no sólo fue Madrid. A lo largo de todo el país se sucedieron los levantamientos. Móstoles también se sublevó el 2 de mayo, León y Burgos lo habían hecho en abril, Cartagena el 22 de mayo, y le siguieron Valencia, Granada, Murcia, Zaragoza…
Pronto comenzaron a crearse Juntas para evitar el vacío de poder y organizar la resistencia. En Sevilla se proclamó la Junta Suprema de España e Indias, en una clara muestra de intenciones hacia los franceses. No sólo eso: el general Castaños, comandante de las tropas del Campo de Gibraltar, comenzó a reclutar el llamado ejército de Andalucía, al que también contribuiría el general Teodoro Reding, al mando del Regimiento Suizo nº 3 en Granada, y al que se unirán numerosas milicias que Castaños tendrá que instruir exhaustivamente en tiempo récord…
Un comentario
Gratificado por sus publicaciones que reivindican los valores y glorias de la hispanidad. Y alientan la magna obra de recobstruccion del imperio hispanoanericano.